El golf como aliado en sus últimos días; la historia de un estilista que lo dejó todo por el deporte

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Fecha de Publicación:     24 de Septiembre de 2024

Poco se ha hablado de Ty Tomlinson, un estilista y ganador de premios en esa área que tras un diagnóstico de un raro tipo de leucemia decidió dejar los Estados Unidos para vivir en un resort de golf en Costa Rica.

La historia la presentó Golf Monthly y su reportera Lili Dewrance, pues esta última coincidió con Ty hace unas semanas en el ‘club house’ de La Iguana Golf Course at Los Suenos Resort and Marina (Playa Herradura, Costa Rica).

Según le contó Tomlinson a Dewrance, los médicos que lo trataron en Denver (Colorado, Estados Unidos) le aseguraban que su condición ya debería haber terminado con su vida, y fue allí cuando apareció el golf como protagonista.

Si bien se enamoró de nuestro deporte desde muy pequeño, cuando su abuelo le enseñaba en el patio de su casa en Painsville (Ohio, Estados Unidos), entre seis y siete años de edad, fue hace muy poco que tomó un valor significativo para su vida.

“Tengo muy pocas glóbulos rojos y blancos en mi sangre, de acuerdo a los exámenes, los doctores determinaron que tengo la enfermedad desde por lo menos dos años. Por el diagnóstico tardío, hay poco que hacer. Aparentemente, es el resultado de estar en contacto por tantos años con los productos del cuidado del cabello. Por lo menos puedo decir una cosa: estoy muriendo por hacer que las personas se sientan bien”, comentó Ty.

Tras entender que la vida hay que vivirla con intensidad todos los días, amar incondicionalmente a quienes se ama, hacer lo que te hace feliz siempre, Tomlinson reflexiona hoy en día en su gusto por el golf.

“Creo que esos detalles son los que me hacen amar tanto este deporte; se siente muy orgánico. Me conecto con todo. Todo tu cuerpo siente y se mueve al tiempo. Me encanta como la bola toma vuelo a través del viento”.

De hecho, estar en el campo de golf es lo que hoy en día le proporciona la mayor tranquilidad posible, más allá de compartir con su esposa y familia, con quienes vive allí en suelo costarricense.

Comentó: “Estoy jugando cinco días a la semana, dependiendo de los amigos que estén visitando. Por fortuna siempre tengo algunos programados para venir. No tengo una respuesta de qué tanto más pueda jugar. Espero que pueda seguir haciéndolo tanto como pueda. Sin embargo, sé que mi condición me debilita poco a poco y me complica hacer cada vez más mis actividades diarias como jugar golf. Pero lo que sí es que no me veo renunciando al deporte pronto”.

Y al final, dejó un importante mensaje para las personas con enfermedades terminales: “No sean tontos, eso es lo más ridículo que la gente se puede imaginar. Vendan todo, vayan el todo por el todo, y gasten cada momento y cada dólar disfrutando lo que más aman. De pronto, es golf como yo, pero si no, cualquier pasión que tengan, es momento de ir por ella”.

FOTOGRAFÍA: Lili Dewrance - GOLF MONTHLY





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