Pocas veces el golf regala escenas en las que la pasión desbordada se equipara a la de otros deportes como el fútbol, el fútbol americano, el baloncesto o el béisbol, pero esta semana el WM Phoenix Open fue la excepción.

El hoyo 16 del Stadium Course en el TPC Scottsdale (Scottsdale, Arizona) fue el escenario perfecto para que la afición local, para muchos la más extrovertida y frenética del golf, disfrutara de varios momentos épicos.

Además del show que montaron Harry Higgs y Joel Dahmen, el estadounidense Sam Ryder y el mexicano Carlos Ortíz hicieron estallar las graderías con un hoyo en uno cada uno.

El primero fue de Ryder, en la tercera ronda, para salvar el par de la jornada con 71 golpes. Una vez su bola entró, desde las graderías comenzó a llover cerveza, su líquido y las latas, mientras todos saltaban y gritaban de felicidad.

Luego el turno fue para Ortíz, este domingo, quien se convirtió en el undécimo jugador en hacerle 'ace' a esta bandera. Además, los estadounidenses Tiger Woods y Steve Stricker habían sido los últimos en hacer hoyo en uno en una misma edición de este evento en el año 1997.

Como no podía ser de otra manera, una vez pasó la algarabía, la empresa Waste Management, la cual patrocina el torneo, fue la encargada de limpiar rápidamente el campo para darle juego a los siguientes grupos.

Será esta una semana que quedará en el recuerdo de muchos por un buen tiempo, ya sea para bien o para mal; los primeros argumentando que escenas como esas le hacen falta al golf para hacerlo más atractivo y los segundos que comentan que se pierde la etiqueta y la esencia del deporte.